Evolución Histórica

Esta desconocida y bella comarca muestra sus primeros testimonios de ocupación ya en la prehistoria, como lo demuestran las pinturas de la sierra de Hornachos, localizadas en el Peñón Grande y de la Sillá y en la sierra de Pinos. También atestiguan los asentamientos, restos arqueológicos como los del cerro Hornachuelos localizados en el término de Ribera del Fresno en el que se han revelado la existencia de dos núcleos principales, un poblado y su necrópolis o cementerio.

Sería habitada esta zona por los celtas aunque no hay testimonios visibles de dicho pueblo. Posteriormente estas tierras y sus pobladores estarían bajo el dominio del Imperio Romano y pasando a formar parte de la provincia de la Lusitania. Posiblemente Hornachos puede identificarse con la antigua Fornacis romana existente en el S. II d.c. pudiendo el núcleo surgir a consecuencia de los trabajos mineros que se practicaban en sus alrededores para obtener hierro. Se conservan algunos vestigios de esta época como la presa romana situada a las afueras de Palomas, piedras sepulcrales romanas en Hornachos, estudiadas por el Marques de Monsalud o numerosas sepulturas romanas aparecidas en Llera datadas en el S II d.c.

Poblada con certeza en tiempo de los visigodos, Hornachos en el S VI pudo servir de refugio a San Hermenegildo en la huida de su padre, el arriano Leovigildo.

 

Estos paisajes y sus gentes fueron posteriormente ocupados por los musulmanes, siendo probablemente los árabes de Hornachos, magrebíes descendientes de los que penetraron en la península a principios del S VIII y que con el paso del tiempo llegaron a constituir una comunidad fuertemente arraigada a la tierra que habitaban. 

Testimonios de aquella época se encuentran principalmente en Hornachos donde se construyó una fortaleza en la sierra, y donde, según Ortiz de Tovar, hay testimonios de una atalaya situada en el Cabril, éstas, eran puestos de vigilancia desde la que se comunicaban con el castillo y con otras atalayas por medios de hogueras.

Con posterioridad a estos hechos, estos parajes serán reconquistados por el rey Fernando III en el S. XIII con la asistencia de la Orden Militar de Santiago. En el año 1235 la villa de Hornachos pasa a la Orden de Santiago, concediéndole el rey el título de villa y haciéndose una poderosa encomienda, cuyo primer comendador fue don Pelay Pérez Correa. Los pueblos limítrofes a Hornachos como Hinojosa del Valle, Llera, Puebla del Prior, Ribera del Fresno, Palomas y Puebla de la Reina serían conquistadas por la orden militar en los mismos años. En el año 1255, tras la consolidación de las posiciones cristianas en la zona, se constituyó la provincia de León de la Orden de Santiago, en la que quedarían enmarcadas estas localidades tanto en lo civil como en lo eclesiástico. 

Desde el siglo XIII al XVI la convivencia entre la población cristiana y musulmana (los moriscos) es hasta cierto punto respetuosa y tolerante, permaneciendo éstos en estas tierras durante cuatro siglos. Hornachos fue sin duda el principal foco comarcal, centro importante como pone de manifiesto el hecho de que a finales del S XV fuera cabeza de partido dentro del dominio santiaguista, con jurisdicción sobre 14 aldeas y sede de un gobernador, autoridad que se mantendría en este lugar hasta 1640, fecha en la que se produce un receso de la población ante la pérdida de su mayor contingente poblacional: decreto de expulsión de los moriscos por parte de Felipe III en 1609, siendo Hornachos, el último reducto de la península ibérica de donde fueron expulsados los moriscos después de la reconquista.

Esta provincia de León mencionada con anterioridad, mantendría su existencia hasta finales del S XVIII y principios del XIX, con la creación de la provincia de Extremadura, mientras que en el orden eclesiástico continuo existiendo hasta el 9 de Marzo de 1873, fecha en la que se disolvieron y extinguieron las órdenes militares. 

A lo largo de los siglos XIX y XX los problemas socioeconómicos que se arrastraban desde años anteriores se harán más acuciantes, por lo que se produce un estancamiento económico importante. El caciquismo imperante en la zona junto con la corrupción política, se mantiene en la zona durante muchos años.

El crecimiento demográfico determina un agravamiento en las tensiones sociales que alcanzó su mayor desarrollo en los años de la Segunda República. Al iniciarse la guerra civil, casi todas las poblaciones permanecen al lado de la República, para posteriormente, durante los años de la dictadura, la población comenzara su flujo migratorio hacia las grandes ciudades.

Personajes ilustres de la comarca

Juan Meléndez Valdés (1754 - 1817)

Nace en Ribera del Fresno el 11 de marzo de 1754, hijo de Juan Antonio Meléndez y de María Cacho. Tuvo al menos siete hermanos de los que sólo dos llegaron a la edad adulta Agustina y Esteban. A partir de 1757 en Almendralejo recibe sus primeras enseñanzas de lengua española y latín. En 1761 muere su madre y seis años más tarde su padre lo envía a Madrid a estudiar filosofía y griego, acabando sus estudios en 1772. En 1774 muere su padre, y a pesar de esta fatalidad y de la soledad en que se encuentra, el joven poeta continúa sus estudios de Derecho en Salamanca. Se casa en secreto el 22 de noviembre de 1782 con María Andrea de Coca, diez años mayor que él. Los vaivenes políticos afectaron de lleno a nuestro al autor, que muy unido a Jovellanos cuando cae éste en desgracia también Meléndez la sufre. La invasión francesa despierta en su espíritu estados de ánimo contrapuestos. Por una parte el fervor patriótico lo induce a excitar en los españoles la resistencia. Pero también se siente atraído por lo francés, ya que entre los llamados patriotas figuraban las fuerzas más reaccionarias.

Derrotados los franceses, Meléndez Valdés es obligado al exilio, muriendo en Montpellier en 1817, un 24 de mayo, a los sesenta y tres años de vida, de un ataque de apoplejía. Sus restos fueron trasladados a España en 1866 a la Iglesia de San Isidro y posteriormente, en 1900, al cementerio madrileño de San Isidro.

San Juan Macías (1585 - 1645)

Nace en Ribera del Fresno el 2 de marzo de 1585, hijo de Don Pedro de Arcas y Doña Inés Sánchez.

Al poco tiempo de nacer su hermana quedaron huérfanos y Mateo Sánchez se hizo cargo de la educación y cuidado de ambos, pero debido a la precaria situación económica de éste, Juan es obligado a trabajar como pastor durante casi veinte años. A lo largo de toda su vida contó con las apariciones de su protector y guía San Juan Evangelista, en los momentos de duda y dificultades. En 1957 fue construido el Pozo que lleva su nombre, por el milagro que allí tuvo lugar. En 1613 decide partir hacia las américas y en 1622 ingresa en el convento de Santa María Magdalena de la Orden Dominicana en la ciudad de Lima. Muere el 17 de septiembre de 1645, a la edad de 60 años, por una disentería aguda, acrecentada por el agotamiento de vigilias y mortificaciones.